Nueva faceta de complementos que estoy realizando a partir de este mes de Junio de 2010, que son los ANILLOS. Estos anillos tienen como originalidad de que no hay dos iguales, todos pueden ser diferentes y con gran variedad de diseños.. todos muy originales y muy alegres. Los anillos me vienen como inspiración a algunos que he visto en mi último viaje a Barcelona y lo que hago es mejorar con diseños exclusivos y originales todos los que antes había visto. Espero que os gusten y os dejo con un muestrario que también he realizado yo. Si estás interesado/a en adquirir estos anillos te puedes poner en contacto conmigo bien a través de email o bien a través de mi teléfono de contacto.
Actualmente a parte de darlos a conocer a través de mi página web www.beatrizgonzalez.com, los estoy colocando en tiendas en las que están teniendo una gran acogida.
Historia del anillo
El anillo viene utilizándose como adorno de la mano en toda clase de personas ya desde el antiguo imperio egipcio, según lo han revelado los hallazgos realizados en sus tumbas. No parece que fuera conocido por los caldeos y asirios pero sí por los persas, fenicios, griegos, etruscos, romanos y demás pueblos occidentales, y hasta se ha encontrado aunque en forma muy sencilla en sepulturas prehistóricas de la primera edad de los metales. El material empleado en los anillos ha sido por lo común el oro, la plata, el bronce y el hierro, sin que hayan faltado anillos de marfil, de ámbar y vidrio. En ocasiones, los fabricados con materiales menos nobles se hallan recubiertos por una lámina de oro.
No siempre se destinaron los anillos a ser ornamento de la mano, sino que, a menudo sirvieron exclusivamente para sellar y otras veces se aprovecharon para suspenderlos en los collares o para moneda o bien como objeto simbólico, de distinción y como superstición. Ni en todos los pueblos ha sido uniforme y libre la costumbre de adornarse las personas con anillos pues mientras que las tribus indígenas los han llevado hasta en los dedos de los pies, los pueblos civilizados se los ponían únicamente en la mano derecha o en ambas manos, ya en todos los dedos ya en el dedo medio o en el anular tan sólo.
Entre los romanos fue privativo de las clases nobles o distinguidas el uso de anillos de oro hasta que Septimio Severo, a finales del siglo II lo concedió al ejército y posteriormente, Alejandro Severo lo extendió a todo ciudadano romano.